Hemos olvidado el gran placer de estar viviendo, de enamorarnos de alguien a simple vista y solo saber que no sabemos nada de ese impulso tan extraño y repentino. Hemos perdido la razón de estar escribiendo unas lineas solo porque así lo hemos sentido. Perdimos lo poco de humanidad que quedaba en nuestros corazones y solo podemos percibir oscuridad en ellos. Hemos encarcelado a nuestras mentes en la más vil de las prisiones existentes, que es la que nosotros mismos hemos creado. Carecemos de bondad pero de igual manera creemos ser bondadosos los unos con los otros.
Dejamos de ser unos soñadores para pasar a ser unos obtusos intelectuales. Hemos sido atentos con lo que de verdad no es importante, pero seguimos siendo ciegos con lo que vale la pana ver. Escuchamos lo que no queremos oír pero no hacemos nada para cambiar eso; sentimos lo que no queremos sentir, hacemos lo que no queremos hacer y pensamos lo que no queremos pensar. Los humanos somos masoquistas por naturaleza, el simple hecho de sentir dolor está en nuestro código genético y es algo natural y hasta sano, pero seguimos siendo fanáticos al dolor en todas las definiciones posibles. Decimos ser libres pero dejamos de serlo desde el momento en que nos cerramos intelectualmente; desde el momento que culpamos a los gobernantes de nuestros problemas y no querer aceptar que el problema está en nosotros.
Debemos rescatar la esperanza humana. Seamos el arma absoluto e insondable para recuperar la luz en este mundo inmerso en las tinieblas.
Seamos humanos y dejemos de ser maquinas con corazones y cerebros de piedra. Seamos hombres y mujeres con sueños de grandeza y felicidad.
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