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miércoles, 6 de julio de 2016

LAVALE LAS MANOS A TU PADRE...



LAVALE LAS MANOS A TU PADRE...


Un joven fue a solicitar un puesto importante en una empresa grande. Pasó la entrevista inicial e iba a conocer al director para la entrevista final. El director vio su CV, era excelente. Y le preguntó: " 
-¿Recibió alguna beca en la escuela?" el joven respondió "no".
-"¿Fue tu padre quien pagó tus estudios? "
-" Si."-respondió.
-"¿Dónde trabaja tu padre? "
-"Mi padre hace trabajos de herreria."
El director pidió al joven que le mostrara sus manos . 
El joven mostró un par de manos suaves y perfectas.
-"¿Alguna vez has ayudado a tu padre en su trabajo? "
-"Nunca, mis padres siempre quisieron que estudiara y leyera más libros. Además, él puede hacer esas tareas mejor que yo.
El director dijo: 
-"Tengo una petición: cuando vayas a casa hoy, ve y lava las manos de tu padre, y luego ven a verme mañana por la mañana."



El joven sintió que su oportunidad de conseguir el trabajo era alta. 
Cuando regresó a su casa le pidió a su padre que le permitiera lavar sus manos. 
Su padre se sintió extraño, feliz pero con sentimientos encontrados y mostró sus manos a su hijo. El joven lavó las manos poco a poco. Era la primera vez que se daba cuenta de que las manos de su padre estaban arrugadas y tenían tantas cicatrices. Algunos hematomas eran tan dolorosos que su piel se estremeció cuando él la tocó.
Esta fue la primera vez que el joven se dio cuenta de lo que significaban este par de manos que trabajaban todos los días para poder pagar su estudio. Los moretones en las manos eran el precio que tuvo que pagar por su educación, sus actividades de la escuela y su futuro.
Después de limpiar las manos de su padre, el joven se puso en silencio a ordenar y limpiar el taller. Esa noche, padre e hijo hablaron durante un largo tiempo.

A la mañana siguiente, el joven fue a la oficina del director.
El director se dio cuenta de las lágrimas en los ojos del joven cuando le preguntó: -"¿Puedes decirme qué has hecho y aprendido ayer en tu casa?"
El joven respondió: -"lavé las manos de mi padre y también terminé de asear y acomodar su taller"
-"Ahora sé lo que es apreciar, reconocer. Sin mis padres, yo no sería quien soy hoy. Al ayudar a mi padre ahora me doy cuenta de lo difícil y duro que es conseguir hacer algo por mi cuenta. He llegado a apreciar la importancia y el valor de ayudar a la familia.


El director dijo: "Esto es lo que yo busco en mi gente. Quiero contratar a una persona que pueda apreciar la ayuda de los demás, una persona que conoce los sufrimientos de los demás para hacer las cosas, y una persona que no ponga el dinero como su única meta en la vida". "Estás contratado".

Un niño que ha sido protegido y habitualmente se le ha dado lo que él quiere, desarrolla una "mentalidad de tengo derecho" y siempre se pone a sí mismo en primer lugar. Ignoraría los esfuerzos de sus padres. 
Si somos este tipo de padres protectores ¿realmente estamos demostrando el amor o estamos destruyendo a nuestros hijos?
Puedes dar a tu hijo una casa grande, buena comida, clases de computación, ver en una gran pantalla de televisión. Pero cuando estás lavando el piso o pintando una pared, por favor que también él lo experimente. Después de comer que lave sus platos junto con sus hermanos y hermanas. No es porque no tengas dinero para contratar quien lo haga, es porque quieres amarlos de la manera correcta. No importa cuán rico seas, lo que quieres es que entienda. Un día tu pelo tendrá canas, igual que la madre de ese joven. 
Lo más importante es que tu hijo aprenda a apreciar el esfuerzo y tenga la experiencia de la dificultad y aprenda la habilidad de trabajar 



lunes, 27 de junio de 2016

DE PADRE A HIJO...



DE PADRE A HIJO...

Querido hijo,
El día que me veas mayor y que ya no sea el que era, ten paciencia y procura  entenderme.
Cuando no pueda comer por mí mismo y me ensucie; cuando no pueda vestirme bien, ten paciencia. 
Recuerda las horas que pasé enseñándote a comer y vestirte.
Si cuando hable contigo, te repito las mismas cosas vez tras vez, no me interrumpas y escúchame.  
Cuando eras pequeño, a la hora de dormir te tuve que explicar vez tras vez los mismos cuentos hasta que te quedabas dormido.
No me avergüences ni me riñas, cuando no quiera ducharme. Acuérdate de las veces que tuve que perseguirte y las historias que tenía que inventar para que quisieras bañarte.
Cuando veas mi ignorancia sobre las nuevas tecnologías, no te burles, dame tiempo y ayúdame a entender.


¿Recuerdas cuando empezaste a ir a la escuela? Te enseñé a hacer tantas cosas. Te ayudé a entender tantas cosas. Y sobre todo a saber como afrontar la vida. Muchas de las cosas que has aprendido en tu vida, son resultado del esfuerzo y la perseverancia de los dos.
Cuando en algún momento pierda la memoria o el hilo de nuestra conversación, dame el tiempo necesario para recordar. Y si no puedo hacerlo, no te pongas nervioso, seguro que lo más importante no era mi conversación y lo único que quería era estar contigo y que me escucharas.
Si alguna vez no quiero comer, no me obligues. Conozco bien cuando lo necesito y cuando no.
Cuando mis piernas cansadas no me dejen caminar, tiéndeme tu mano, de la misma manera que yo lo hice cuando tu dabas tus primeros pasos.
Y si algún día te digo que ya no quiero vivir, que quiero morir, no te enfades. Algún día entenderás que esto no tiene nada que ver contigo, ni con tu amor, ni con el mío.
Intenta entender que a esa edad, ya no se está tan aferrado a la vida y el pensamiento y la voluntad están más cerca del cielo.
Algún día descubrirás que pese a mis errores, siempre quise lo mejor para ti y que intenté preparar el camino que tú debías recorrer.


No debes sentirte triste, enfadado o impotente por verme de esa manera. Sólo debes estar a mi lado, intentar comprenderme y ayudarme como yo lo hice por ti.
En ese momento, te tocará a ti acompañarme en mi duro caminar. 
Ayúdame al final de mi camino, con tu amor y paciencia. Yo te pagaré con una sonrisa y con el inmenso amor que siempre te he tenido.
Te quiero hijo.
Tu padre



jueves, 23 de junio de 2016

UN PADRE QUE DIO SU VIDA A SU HIJA...




UN PADRE QUE DIO SU VIDA A SU HIJA..

Papi... ¿Cuánto me amas?

El día que mi Hija nació, en verdad no sentí gran alegría. 

Por que la decepción que sentía parecía, ser más grande que el 

gran acontecimiento que representa tener una hija...

¡Yo quería un varón!

A los dos días de haber nacido, fui a buscar a mis dos mujeres, 

una lucía pálida y agotada y la otra radiante y dormilona. 

En pocos meses me dejé cautivar por la sonrisita de mi Carmencita 

y por la infinita inocencia de su mirada fija y penetrante, fue 

entonces cuando empecé a amarla con locura. 

Su carita, su sonricita y su mirada no se apartaban ni por un 

instante de mis pensamientos, todo se lo quería comprar, la veía

en cada niño o niña, hacía planes sobre planes, todo sería para mi 

Carmencita.

Este relato era contado a menudo por Rodolfo, el padre de Carmencita 

y Yo también sentía gran afecto por la niña que era la razón más grande 

para vivir de Rodolfo según decía el mismo.

Una tarde estaba mi familia y la de Rodolfo, haciendo un picnic a la orilla 

de un río cerca de casa y la niña entabló una conversación con su papá, todos escuchábamos:

Papi,... cuándo cumpla quince años, ¿cuál será mi regalo?

Pero mi amor, si apenas tienes diez añitos, ¿No te parece que falta mucho para esa fecha?


Bueno papito,... Tú siempre dices que el tiempo pasa volando, aunque yo nunca lo he visto por aquí.

La conversación se extendía y todos participamos de ella.

Al caer el sol regresamos a nuestras casas. Una mañana me encontré con 

Rodolfo enfrente del colegio donde estudiaba Carmencita quien ya tenía 

catorce años. Rodolfo se veía muy contento y la sonrisa no se apartaba de su rostro.

Con gran orgullo me mostraba las calificaciones de Carmencita, 

eran notas impresionantes, ninguna bajaba de diez puntos y los 

estímulos que les habían escrito sus profesores eran realmente conmovedores. 

Felicité al dichoso papá.

Carmencita ocupaba toda la alegría de la casa, en la mente y en el corazón de 

la familia, especialmente en el de su papá.

Fue un Domingo muy temprano cuando nos dirigíamos a misa, cuando Carmencita 

tropezó con algo, eso creíamos todos y dio un traspié, su papá la agarró de 

inmediato para que no cayera...Ya instalados en la iglesia, vimos como Carmencita 

fue cayendo lentamente sobre el banco y casi perdió el conocimiento.

La tomamos en brazos, mientras su papá buscaba un taxi hacia el hospital. 

Allí permaneció por diez días y fue entonces cuando le informaron que su 

hija padecía una grave enfermedad que afectaba seriamente su corazón, pero 

no era algo definitivo, qué debía practicarle otras pruebas para llegar a un diagnóstico firme.


Los días iban pasando, Rodolfo renunció a su trabajo para dedicarse al 

cuidado de Carmencita, su madre quería hacerlo pero decidieron que ella 

trabajaría, pues sus ingresos eran superiores a los de él.

Una mañana Rodolfo se encontraba al lado de su hija, cuando ella le preguntó:

¿Voy a morir, no es cierto? ¿Te lo dijeron los doctores?

No mi amor...no vas a morir, Dios que es tan grande, no permitiría que pierda lo que más he 

amado sobre este mundo.

Respondió el padre.

¿Van a algún lugar? ¿Pueden ver desde lo alto a su familia? ¿Sabes si pueden volver?

Preguntaba su Hija.

Bueno hija,... En verdad nadie ha regresado de allá a contar algo sobre eso, 

pero si yo muriera, no te dejaría sola, estando en el mas allá buscaría la manera de comunicarme 

contigo, en última instancia utilizaría el viento para venir a verte.

¿Al viento? ¿Y cómo lo harías?

No tengo la menor idea hijita, solo sé que si algún día muero, sentirás que estoy contigo, cuando

 un suave viento roce tu cara y una brisa fresca bese tus mejillas.

Ese mismo día por la tarde, llamaron a Rodolfo, el asunto era grave, su hija estaba muriendo. 

Necesitaban un corazón, pues el de ella no resistiría sino unos quince o veinte días más.

¡¡¡UN CORAZÓN!!! ¿Dónde hallar un corazón? ¡¡¡Un corazón!!! ¿Dónde?

Ese mismo mes, Carmencita cumpliría sus quince años. 

Y fue el viernes por la tarde cuando consiguieron un donante, una esperanza 

iluminó los ojos de todos, las cosas iban a cambiar.

El Domingo por la tarde ya Carmencita estaba operada, todo salió como los médicos lo habían

 planeado. ¡Éxito total!

Sin embargo, Rodolfo todavía no había vuelto por el hospital y Carmencita lo extrañaba 

muchísimo, 

su mamá le decía que ya todo estaba muy bien y que su papito sería el que trabajaría para 

sostener la familia.


Carmencita permaneció en el hospital por quince días más, los médicos no habían querido

dejarla ir hasta que su corazón estuviera firme y fuerte y así lo hicieron.

Al llegar a casa todos se sentaron en un enorme sofá y su mamá con los ojos llenos de lágrimas

le entregó una carta de su padre.

“Carmencita, hijita de mi corazón: Al momento de leer mi carta, ya debes tener 

quince años y un corazón fuerte latiendo en tu pecho, esa fue la promesa que me 

hicieron los médicos que te operaron. No puedes imaginarte ni remotamente cuanto 

lamento no estar a tu lado en este instante. 

Cuando supe que ibas a morir, decidí dar respuesta a una pregunta que me hiciste 

cuando tenias diez añitos y a la cual no respondí. Decidí hacerte el regalo más 

hermoso que nadie jamás haría por mi hija... Te regalo mi vida entera sin condición 

alguna, para que hagas con ella lo que quieras. ¡¡Vive hija!! ¡¡Te amo con todo mi corazón!!”

Carmencita lloró todo el día y toda la noche; Al día siguiente fue al cementerio y se sentó sobre 

la tumba de su papá; lloró como nadie lo ha hecho y susurró:

“Papi,... Ahora puedo comprender cuanto me amabas yo también te amaba y aunque nunca te lo 

dije,

ahora comprendo la importancia de decir “Te Amo” y te pediría perdón por haber guardado 

silencio tantas veces”.

En ese instante las copas de los árboles se mecieron suavemente, cayeron algunas hojas y 

florecillas, 

y una suave brisa rozó las mejillas de Carmencita, alzó la mirada al cielo, intentó secar las 

lagrimas de su rostro, se levantó y emprendió regreso a su hogar.


Por favor nunca dejes de decir “TE AMO” No sabes si será esta la última vez... CADA DÍA A

 CADA INSTANTE, EXPRESA TU AMOR



jueves, 16 de junio de 2016

PAPÁ; POR SER HOY EL DÍA DEL PADRE...




PAPA:

Por ser hoy el día del padre, entré a un lugar a buscarte un regalo, quizás seria una camisa, un shorts, un perfume...no lo sabia, solo sabia que quería algo especial, de pronto vino a mi mente todo lo que vales para mi y me di cuenta que lo que había en ese lugar era muy poco para ti. Fue entonces cuando pensé que el mejor regalo que podía darte era decirte cuanto te quiero.

Por eso hoy mi regalo no lo busque en una tienda, sino en mi corazón y mira todo lo que encontré en el, para ti. Primeramente vi. Que hay una admiración muy grande por ti papa, porque has sido un gran padre, y un buen amigo también. Igual vi, un enorme agradecimiento, no solo por darme la vida, si no porque me has dado los mejores recuerdos que tengo, por ejemplo, me diste una niñez feliz, muy feliz, en mi juventud me diste la oportunidad de decidir mi futuro, quizás no lo he hecho de la mejor manera , pero son estas experiencias las que nos hacen crecer. Siempre has estado cerca para ayudarme cuando he necesitado, eres muy bueno.


Me has dado mucho papi y yo te he devuelto tan poco, por eso hoy quiero devolverte aunque sea un poquito de esos momentos que tú me has regalado.
Papá, no se si yo lo merezca, pero cierto es que me toco el mejor PAPA.

¡FELIZ DÍA DEL PADRE.!
TE QUIERE MUCHO TU HIJA
ADRIANA



ES UN BUEN TIPO MI VIEJO!




Mi viejo


Es un buen tipo mi viejo
que anda solo y esperando,
tiene la tristeza larga
de tanto venir andando.

Yo lo miro desde lejos,
pero somos tan distintos;
es que creció con el siglo
con tranvía y vino tinto.


Viejo mi querido viejo
ahora ya camina lerdo;
como perdonando el viento
yo soy tu sangre mi viejo
Yo, soy tu silencio y tu tiempo.

El tiene los ojos buenos
y una figura pesada;
la edad se le vino encima
sin carnaval ni comparsa.

Yo tengo los años nuevos
y el hombre los años viejos;
el dolor lo lleva adentro
y tiene historia sin tiempo.


Viejo mi querido viejo,
ahora ya camina lerdo
como perdonando al viento;
yo soy tu sangre mi viejo.
yo, soy tu silencio y tu tiempo.



MI QUERIDO, MI VIEJO, MI AMIGO!



Mi querido, mi viejo, mi amigo

Esos tus cabellos blancos, bonitos
ese hablar cansado, profundo
que me lee todo lo escrito
y me enseña tanto del mundo.

Esos pasos lentos que ahora
caminando siempre conmigo,
ya corrieron tanto en la vida
mi querido, mi viejo, mi amigo.


Esa vida llena de historias
y de arrugas marcadas por el viento,
recuerdos de antiguas victorias
son lágrimas lloradas al viento.

Tu voz dulce y serena me calma,
y me ofrece refugio y abrigo,
va calando dentro de mi alma,
mi querido, mi viejo, mi amigo.

Tu pasado vive presente
en las experiencias sentidas,
y en tu corazón consciente
de las cosas bellas de la vida.


Tu sonrisa franca me anima
tu consejo sabio me cría
abro el corazón y te digo
mi querido, mi viejo, mi amigo.

Yo, te he dicho casi todo,
y casi todo es poco,
frente a lo que yo siento.

Mirando tus cabellos
tan bonitos
abro el corazón
mi querido, mi viejo, mi amigo...
Mirando tus cabellos
tan bonitos
abro el corazón
mi querido, mi viejo, mi amigo...
Mirando tus cabellos
tan bonitos
abro el corazón
mi querido, mi viejo, mi amigo...



CUANDO DIOS CREO A LOS PADRES...



Cuando Dios creo a los padres…


Cuando Dios creó a los padres, comenzó con una talla grande. Un ángel se le acercó y le dijo: "¿Qué clase de Padre es ese? ¿Si estás haciendo niños tan cerca del suelo, por qué pones al Padre tan arriba?

No podrá jugar canicas sin arrodillarse, arropar a un niño en cama sin torcerse la espalda, o besar a un niño sin encorvarse."
Dios sonrió y dijo: "Sí, pero si le hago del tamaño de un niño, ¿Cómo quién tendrían que crecer los niños?"


Y cuando Dios hizo las manos del Padre, éstas eran grandes. El ángel agitó su cabeza y dijo: "Las manos grandes no pueden sujetar un pañal, abrochar botones pequeños, poner un curita, o quitar astillas a causa de jugar con un bate de béisbol."

De nuevo Dios sonrió y dijo: "Lo sé, pero son lo suficientemente grandes para sostener todo lo que un muchacho pequeño vacía de sus bolsillos, y todavía bastante pequeñas para acariciar la cara de una niño con una sola de ellas."

Entonces Dios amoldó piernas largas delgadas y hombros anchos. "¿Te has dado cuenta que hiciste un padre sin regazo?" El ángel lo dijo susurrando.

Dios dijo: "Una madre requiere un regazo. Un padre necesita hombros fuertes para tirar un trineo, balancear a un muchacho en una bicicleta, o sostener una cabeza soñolienta de un pequeño como un gran malabarista."



Cuando Dios estaba en el medio de la creación se mostraron los pies más grandes vistos hasta entonces, el ángel no pudo contenerse más: "Esto no es confiable. ¿Honestamente crees que esos pies van a llegar rápido a la cama del bebé cuando llore en las mañanas, o andar a través de una fiesta de cumpleaños sin pisar a los huéspedes?"

Y Dios dijo: "Trabajarán. Ya lo verás. Soportarán y tendrán la fuerza para pedalear con un niño pequeño un paseo en bicicleta por la montaña o asustarán ratones en una cabaña de verano, y mostrarán al pequeño el desafío de llenar esos zapatos."

Dios trabajó todo la noche, dio al padre pocas palabras, pero una voz firme para mostrar autoridad; ojos que ven todo, pero con calma y tolerancia. Lo dotó también de una gran sabiduría para educar a sus hijos y tomar las decisiones correctas
Finalmente, agregó lágrimas. Entonces volvió al ángel y le dijo: "¿Ahora estás satisfecho? ¡Puede amar intensamente como lo hace una madre!"
El ángel no dijo más.
 Rafael Caraballo



FELIZ DÍA DEL PADRE!!




¡¡Feliz día del padre!!


Hay un momento en la vida, en el que los padres nos quedamos «huérfanos» de nuestros hijos.
Los chicos crecen sin pedir permiso a la vida, con una estridencia alegre y a veces, con una alardeada arrogancia. Pero no crecen todos los días, crecen de repente.
Un día, se sientan junto a ti y con una increíble naturalidad, te dicen cosas que te indican que aquella criatura de pasitos temblorosos e inseguros que hasta ayer necesitaba pañales, ya creció.
¿Cuándo creció?… No me he dado ni cuenta.
¿Dónde quedaron las fiestas infantiles, los juegos en la arena, los cumpleaños con payasos?

Crecieron en un ritual de obediencia orgánica y desobediencia civil y ahora estás ahí, en la puerta de la disco, esperando ansioso que salga y sin problemas… Pero no estás solo, hay toda una fila de «padres y madres taxistas» esperando a sus hijas e hijos para llevarlos a casa.


Vaya escena, por un lado están nuestros hijos, entre hamburguesas y gaseosas; con el uniforme de su generación y sus incómodas mochilas en la espalda. Y, por otro, estamos nosotros, con el pelo cano por la edad y por el silencioso sufrimiento…
Y son nuestros hijos; a los que amamos a pesar de los golpes de las modas, de las escasas noches de paz, de las malas noticias y la dictadura de los horarios. Crecieron observando y aprendiendo de nuestros errores y nuestros aciertos; principalmente de los errores que esperamos no repitan…

Y nos cansamos de ir detrás de ellos de un lado para otro, hasta que, de pronto, no sabemos cómo, nos quedamos «huérfanos» de hijos. Ya no tenemos que ir a buscarlos a las puertas de las discotecas y los cines. Ya no tenemos que llevarlos ni recogerlos de la clase de música, del fútbol, el ballet o la natación. Salieron del asiento de atrás y se sentaron al volante de sus propias vidas.
Quizás debimos haber pasado más tiempo respirando conversaciones y confidencias entre las sábanas de la infancia; o cuando eran adolescentes, ¿Por qué no pasamos más tiempo con ellos en sus habitaciones cubiertas de posters, agendas coloridas y música ensordecedora?
Ahora ya es tarde, crecieron sin que invirtiéramos en ellos nuestro tiempo y afecto.

Al principio nos acompañaban al campo, a la playa, a la piscina y reuniones con amigos y familiares. Compartíamos la Navidad y los días festivos, había peleas en el auto por sentarse al lado de la ventanilla, por los chicles y por escuchar la música de moda. Pero llegó el tiempo en el que viajar con los padres se transformó en esfuerzo y aburrimiento, no podían dejar a sus amigos o sus primeros amores. Y los padres quedamos totalmente marginados por nuestros hijos. Por fin teníamos la tranquilidad que siempre habíamos deseado… aunque no era como habíamos soñado.


Ahora los miramos de lejos, casi siempre en silencio, esperando que elijan bien en la búsqueda de la felicidad y encuentren su lugar en la vida, de la manera menos complicada posible.
En cualquier momento nos darán nietos. Los nietos serán para nosotros la oportunidad de brindar cariño y ternura sin tener que hacer nada. No tenemos que educar, corregir, disciplinar… Eso se acabó, ahora nos toca simplemente amar generosamente, sin límites, porque quizás es nuestra última oportunidad de amar sin pensar en nada más.

Así somos y así vivimos, pero personalmente creo que es posible que lo que ahora tratamos de hacer con nuestros nietos lo hubiéramos hecho con nuestros hijos, antes de que crecieran demasiado. Estoy seguro de que no estamos obligados a ser padres mediocres y abuelos maravillosos; podemos ser buenos padres y buenos abuelos.

«Solo aprendemos a ser hijos, después de ser padres y solo aprendemos a ser padres, después de ser abuelos… es como si solo aprendiéramos a vivir, después de que la vida pasó»




FELIZ DÍA DEL PADRE!


Cuando me equivoco me ayudas,
cuando dudo me aconsejas y
siempre que te llamo estás a mi lado!
Te quiero mucho papi!
Feliz Día del Padre!



lunes, 13 de junio de 2016

CARTA DE AMOR A MI PADRE, DE SU HIJA!



Carta de amor a mi padre, de hija 

Cerca está el día del padre... y soy consciente que frente a ti no podré decir todas estas palabras con toda la familia reunida; por eso, las escribo con todo el cariño, al “primer amor de mi vida”.

Papito, por ti siempre habrá amor en mi corazón, amor a ti, mi sentimental hombre, que aprisionaba sus lágrimas en unos ojos rojos, llenos de emoción, cada vez que yo sufría una desilusión o un fracaso. Desahogabas esa pena regando tu jardín, y así entendí que el varón al igual que la mujer, también sufre aunque le sea negado el poder expresarlo. Yo era tu niña terca, que a veces no tenía reparos en hacer cosas de hombres junto a ti. Sí, gracias a ti aprendí las labores donde se necesita la habilidad de un hombre, que aunque las haga, sigo tan siendo tan mujer y femenina como la que más.

Gracias, papá por todo lo que hiciste por mí, por ejemplo que me diste, el tiempo que me otorgaste, y las cosas que me regalaste. Padre mío, me preguntas ¿por qué escribo? ¿Por qué ésta necesidad, de expresar mis sentimientos entre líneas y sentirme más locuaz así? Pues... todo empezó allí.


Ha pasado el tiempo, y tu niña se transformó en una mujer adulta, una dama con la vida llena de responsabilidades y placeres de los mayores... y si bien me enamoré más de una vez, nunca dejé de ser aquella niña fantasiosa que miraba a su padre con ferviente admiración, como el héroe de mi infancia, al gallardo varón de mi adolescencia, y el padre protector y amigo de mi juventud. El ejemplo de hombre y padre que tenía de referencia al enamorarme… teniendo conciencia, que no todo es perfección, que no todo es color rosa, que es tan bello amar con defectos y virtudes, sin cobardías en las tempestades, siempre construyendo los mejores días. Que un hombre y una mujer merecen todos los derechos, y tienen ambos las mismas obligaciones, no siendo iguales, siendo complemento, porque son dos mitades de una unidad.
Mi madre y tú, a quienes debo todo lo que hoy soy, la fuerza que vi en sus acciones, son modelo para mi propia fuerza en mis dolores y camino. Erguido tú siempre, con tu mirada amistosa, a pesar que los años ya han dejado mella en tus ojos, sigues siendo el primero por encima de cualquier sentimiento. Tú sigues sujetando mi mano, como lo hacías cuando era niña, cada vez que sientes que lo necesito, en cada cosa que hago, tus sabios consejos siempre recuerdo, están aquí presentes.


Esa caricia en la cabeza tan fugaz, si acaso el respeto a tu hija no te permitía expresar más cariño. Pero, ¿sabes?, recuerdo tanto la colonia en el pañuelo cuando afiebrada no iba al colegio, así como innumerables pequeños detalles que tenías como padre, educador, y en especial hombre único... mi padre.

Si el concepto de respeto quedó en mi mente, nació en tenerte en mi vida. Gracias por ser mi padre, gracias por decirme tu hija, por todos estos años que debo a la vida y a Dios de conservarte aún conmigo, mil bendiciones derrame nuestra madre en tu frente, si llegas a tu último día, que sea ella quien te acompañe y guíe, por fin así vuelvan a estar unidos.

Autor: PANDORAREAL