Los niños
que crecen con sus abuelos son afortunados. Gracias a este vínculo se
enriquecen de más dinámicas afectivas, de más refuerzos emocionales y de esos
recuerdos que conformarán en ellos un legado de recuerdos excepcional que los
acompañarán siempre.
Ahora bien,
ello no quiere decir en absoluto que en el caso de que nuestros hijos crezcan
sin la cercanía de sus abuelos, vayan a ser menos felices. Se trata solo de
entender que la infancia, es esa oportunidad irrepetible en la que a mayor
número de estímulos, de atenciones y vínculos basados en el amor incondicional,
se traduce siempre en una mayor madurez emocional.
A su vez,
otro aspecto interesante y de gran valor que a muchos de nuestros lectores le
puede interesar, es que según un estudio, los niños que quedan al cuidado de
los abuelos en lugar de en una guardería, adquieren una mayor fluencia en el
lenguaje y son emocionalmente más seguros.
Queda claro
que a veces, no todas las parejas tienen cerca a sus padres para favorecer ese
lazo “abuelo-nieto”, sin embargo, si es tu caso, no lo dudes. Permite que día a
día disfruten de esa relación, la niñez es una etapa que termina rápido, de
ahí, y con el fin de consolidar una personalidad más fuerte y feliz en nuestros
hijos de forma temprana, sea muy positivo aprovechar este tipo de vínculo del
que también nosotros nos aprovechamos en su día.
Y como ya
sabemos, los abuelos tienen cariño por toneladas, magia en los bolsillos y esa
sonrisa siempre lista e incombustible que saca lo mejor de nuestros niños.
A partir de
los 3 años los niños se benefician más de la cercanía de los abuelos
Desde los 0
a los 3 años lo que un niño necesita es la cercanía de su madre y de su padre.
Es ese primer círculo social y afectivo de todo pequeño con el cual, consolidar
su desarrollo cerebral y la relación de apego.
Una vez que
nuestro hijo ya empieza a interaccionar con el entorno, manipulando objetos,
caminando, tocando e iniciando ya ese proceso comunicativo, la presencia de los
abuelos es todo un tesoro de beneficios.
El
desarrollo comunicativo-emocional es superior en los niños que crecen con los
abuelos
Admitámoslo,
los abuelos tienen una energía increíble y ven en la llegada de los nietos, un
modo de rejuvenecer al adquirir un nuevo papel que les encanta: el de proveedor
de afectos, de historias, de dulces, de regalos que no se esperan y de largos
paseos por el parque a velocidad de caracol.
Atrás quedó
su etapa de crianza, de imponer normas y reglas. El papel del abuelo no es ese
y no desea tenerlo tampoco.
No desea
tener la autoridad de los padres. La suya es una crianza permisiva y envolvente
con olor a vainilla, con el calor de las tardes de primavera y con el sabor de
las comidas favoritas de los niños.
Todas estas
dinámicas con refuerzos maravillosos, actúan estimulando el lenguaje de
nuestros hijos, algo que como ya hemos señalado, no consiguen de igual modo
acudiendo a una guardería.
Los abuelos
interactúan con los pequeños de forma constante. Casi sin saberlo, se
convierten en poderosos arquitectos de sus capacidades comunicativas.
Dejan una
huella emocional permanente en los niños
En este
mundo de prisas, caótico a instantes, y lleno de obligaciones para las mamás y
los papás, los abuelos tienen una virtud excepcional: viven sin presiones y
saben disfrutar del “aquí y ahora”.
Algo que no
podemos olvidar es que los abuelos de hoy en día son personas de espíritu
joven, en buen estado físico y con ganas de experimentar, de vivir, de seguir
acumulando experiencia.
Su
aprendizaje de vida les ha enseñado qué es lo importante. Saben que el legado
que les ofrezcan a sus nietos está por encima de los bienes materiales: lo más
importante es dejar en ellos una maravillosa huella emocional positiva.
Los niños y
los abuelos van al mismo ritmo: aprecian como nadie el momento, ese “aquí y
ahora” donde ver cómo un insecto escala por una flor, cómo las gotas de la
lluvia caen por la ventana o cómo ese trocito de chocolate se derrite sobre la
taza de leche caliente.
Todo es
magia, todo son momentos compartidos en maravillosa complicidad que confiere a
los niños un aprendizaje único: el de la felicidad sencilla, sin artificios,
sin falsedades.
Niños
amados, niños más felices y seguros
Esa es la
clave y el secreto de la ecuación: los niños que son amados, valorados y
respetados se convierten en personas más felices porque desarrollan un buen
autoconcepto y una mejor autoestima.
Los abuelos
contribuirán de forma primordial en esta fórmula siempre y cuando, sean personas
sólidas, optimistas y con esa sabiduría y aplomo capaz de encender los
corazones de todos aquellos que les rodean.
Así que no
lo dudes, si tus padres están hechos de este material: el del afecto inoxidable
y el amor incombustible, permítelo, favorece ese vínculo, esa cotidianidad
donde abuelo y nieto compartan momentos, detalles, anécdotas e historias que
nunca olvidaréis.