Familias tóxicas: trastornos que pueden provocar
El problema de las familias tóxicas es que pueden volcar todas sus inseguridades en los menores y hacer que estos, el día de mañana, no puedan valerse por sí mismos
Quizás te sientas identificado con muchas de las personas que han tenido que lidiar con alguna familia tóxica, porque las familias tóxicas son más habituales de lo que pensamos.
Incluso, a veces, no somos conscientes de que nos encontramos sumergidos en una de ellas.
Una situación complicada, un tipo de toxicidad de la que no podemos escapar, que no podemos evitar. Pero, ¿sabes que, además, las familias tóxicas pueden generar o provocar trastornos mentales?
Hoy profundizaremos en todo esto.
Familias tóxicas y los problemas mentales
La familia es muy importante, ya que es en ella donde los niños se educan y empiezan a adquirir ciertas habilidades para comunicarse con los demás y lidiar con el mundo.
Por eso, no resulta difícil creer que una excesiva toxicidad puede provocar severos trastornos si no hay un equilibrio ni unas emociones saludables.
Existen muchos tipos de familia, pero tan solo aquellas familias desestructuradas, con severos problemas de sobreprotección y otras circunstancias que hayan podido afectar a los más pequeños son aquellas que provocan que estos, el día de mañana, sufran psicopatologías cuyo origen desconocen.
Es por eso por lo que abordaremos algunas de las relaciones más interesantes y reales entre las familias tóxicas y estos problemas mentales. ¡Vamos a ello!
1. El efecto pigmalión y su influencia en los niños
El efecto pigmalión no es más que los roles que adoptan los niños por influencia de sus padres, es decir, todo lo que un padre desea o teme de sus hijos puede convertirse en realidad.
Por eso, toda etiqueta que le pongamos a nuestros hijos como “eres un perezoso”, “tienes mal carácter”, puede provocar un gran impacto en el niño.
La familia aún no es consciente de lo mucho que influyen en los menores. No saben que cualquier etiqueta puede ser adoptada, posteriormente, por los más pequeños. De alguna manera, contaminan su conducta.
2. Amores que matan
Hay una frase que muchos padres o familias le dicen a sus niños: “nadie te va a querer más que nosotros”. Si se toman esto al pie de la letra, puede provocar que, aunque no se hayan sentido muy queridos en su entorno familiar, no se sientan en el derecho de quejarse pues “lo hacían por mi bien”.
El gran problema de esto es que suele derivar en un gran silencio ante situaciones más extremas como malos tratos o abuso emocional.
Es importante saber que el amor de la familia puede no ser sano y por eso debemos cuestionárnoslo. La familia no tiene por qué ser buena por el hecho de ser tu familia; a veces es muy tóxica.
3. Padres sobreprotectores
La sobreprotección puede originar problemas como la dependencia emocional con la que los más pequeños tendrán una lucha continua en su etapa adulta. Por eso es importante mantener un equilibrio y nunca llegar al límite de la sobreprotección.
¿Quieres un hijo inseguro? ¿Quieres a una persona que no tenga confianza en sí misma? La sobreprotección es lo que origina, además de graves problemas emocionales de los que no será fácil salir.
Todo lo que sucede en la infancia nos marca.
4. Deseos e inseguridades proyectadas
¿Cuántas veces en una crisis de pareja se han visto los niños en el medio? Aunque no queramos admitirlo, los problemas de pareja a veces nos absorben tanto que ignoramos a los más pequeños del hogar, a los que realmente les afecta todo esto.
Además, muchas familias cargan sus frustraciones e inseguridades en ellos, provocando que estos se vean sometidos a una gran presión ¡a la que no deberían haber sido sometidos! Ellos no tienen la culpa de los problemas de los más mayores.
Todas estas situaciones familiares pueden derivar en depresiones, en trastornos límites de la personalidad, en situaciones de dependencia y muchas más psicopatologías que harán muy complicada y dura la etapa adulta.
¿Te has visto sumergido en una familia tóxica? ¿Qué problemas te ha ocasionado todo esto? No elegimos a la familia pero, al menos, podemos ser conscientes para evitar repetir la historia con nuestros propios hijos.
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